El día 30 de enero de 2013, los alumnos de 6º bajamos con alumnos de infantil y 1º de primaria a hacerles unas preguntas que habíamos elaborado cada grupo sobre el cuento de "La Paloma Mari Paz" y el cuento resultante a partir de sus respuestas y algo de mi imaginación conseguimos crear otro cuento parecido y a la vez distinto.
La luna grande y redonda, como una pelota de plata, brillaba
en lo alto del cielo. Esa noche hacia tanto calor en la selva que el mono Tono
no era capaz de coger el sueño. Harto de dar vueltas en su rama, bajó a la
laguna a darse un baño y se encontró a sus amigos La Elefanta Amaranta, el León
Ramón, la hipopótama Pótama y la urraca Paca.
Los amigos estuvieron charlando hasta muy tarde, entonces
cada uno se fue a su casa, excepto el mono tono que se quedó ahí, cuando llegó
la hormiga Piga que se dio cuenta de que había una enorme tarta de nata en el
centro de la laguna y ninguno de los amigos se había dado cuenta, así que la
hormiga generosa le ofreció la tarta a Tono porque ella acababa de cenar ya que
había llegado tarde de trabajar.
-¡Muchas Gracias! –Exclamó el mono Tono - ¡Una tarta de nata!
¡Qué rica! Me la
voy a comer entera yo solito.
En ese momento pasaba por allí la elefanta Amaranta, dispuesta a
llenar su trompa de agua para darse una refrescante ducha. Cuando Amaranta vio
al mono Tono preparado para hincarle el diente a una enorme tarta de nata que
flotaba en mitad de la laguna, se puso a barritar:
-¿Cómo te atreves, mono mamarracho? –Le gritó levantando la
trompa-. Esa tarta será para mí.
-Y ¿por qué? –Le preguntó enfadado el mono Tono- La tarta es mía:
¡yo la vi primero!
-¡Ah!, no, no, ni hablar. Es mía porque soy la más fuerte de la
selva. Y si no estás de acuerdo, emplearé toda mi fuerza contra ti y te haré
papilla.
El mono Tono, atemorizado, decidió volverse a su rama.
La elefanta Amaranta iba a empezar a darse un atracón de tarta de
nata, cuando acertó a pasar por allí el león Ramón.
-Uy, qué sed tengo –se dijo Ramón-. Voy acercarme a la laguna para
beber su agua fresquita.
Pero al llegar a la orilla, vio a la elefanta Amaranta a punto de
ponerse como el quico.
-¿Cómo te atreves, elefanta sin seso, a comerte un tarta sin mi
permiso? Esa tarta es mía.
-Pero, ¿por qué? –se atrevió a preguntar la elefanta.
-Pues porque soy el rey y todo lo que hay en la selva me
pertenece. Y si te atreves a rechistar, utilizaré mi poder para expulsarte de
mi reino.
Impresionada por el brillo de la corona real, la elefanta no se
atrevió a decir ni mu y decidió alejarse.
El león estaba ya relamiéndose de gusto y abriendo sus fauces para
engullir de un solo bocado la enorme tarta. En ese preciso instante salió del
agua la hipopótama Pótama, que se estaba dando su baño nocturno.
-Oye como te atreves esa tarta es mía
-Pero porque yo soy el rey de la selva.
Entonces la hiopótama Pótama se paró a pensar y se marchó atemorizada.
El león Ramón, dando un rugido espeluznante, se metió en el agua
de nuevo para comerse la tarta. Más no pudo hacerlo, porque oyó los gritos de
protesta de la urraca Paca que volaba alrededor de la laguna:
-¿Cómo te atreves, león insensato? Esa tarta tiene que ser mía.
-Pero, ¿por qué? –preguntó el león.
-Pues porque soy el animal más rico de estos contornos y puedo
comprarlo todo con mis riquezas. ¿A que no podrás resistirte a darme la tarta a
cambio de este puñado de piedras brillantes? –le propuso la urraca, mostrándole
un montón de rubíes, esmeraldas y diamantes.
Pero el León Ramón estaba muy hambriento y no acepto el trato así
que la urraca se fue.
Entre tanto, con tanta discusión y tanto ir y venir de animales,
se había hecho de día. La luna se había marchado a dormir y, en su lugar, lucía
un gran sol amarillo. Cuando el león se lanzó sobre la laguna para darse un
festín, se dio cuenta de que...¡la tarta había desaparecido!
-¡Eh!, tú, urraca paca, ven aquí ahora mismo. Seguro que has sido
tú la que te has comido la tarta.
-¡Ah!, no, ni hablar, yo no he sido –contestó indignada la urraca
paca. Seguro que ha sido la hipopótama Pótama.
-Pero, qué dices, si yo ni siquiera la he probado –se defendió la
hipopótama-. Seguro que ha sido la elefanta Amaranta.
-¡¿Cómo?! ¡Que yo me he comido la tarta! Serás mentirosa. Yo no
como tarta de nata desde que era pequeña. Seguro que ha sido el mono Tono.
-¡¿Yo?! Como voy a comérmela yo, si llevo un montón de tiempo
subido en mi rama escuchando vuestros gritos. Seguro que ha sido el león Ramón.
Y así, echándose la culpa y discutiendo sin parar se pasaron horas
y horas hasta que volvió a hacerse de noche.
-Mirad –gritó el mono Tono-. La tarta vuelve a estar en medio de
la laguna
Al verla, todos los animales se abalanzaron sobre ella, pero
cuando fueron a morderla, sólo consiguieron darse un buen coscorrón y llenar
sus bocas de agua del lago.
-¿Qué es esto? –Vociferaron indignados- ¿Adónde ha ido a parar?
Un risa alegre, que tintineaba como una campanilla, llamó la atención
de los animales. Era la paloma Mari Paz que lo había visto todo desde el cielo.
-Ji, ji, ji, ji, ji –reía divertida Mari Paz-. ¿Pero no os dais
cuenta de que la tarta de nata no es más que la luna llena que se refleja en la
laguna?
Menudo chasco se llevaron Tono, Amaranta, Ramón, Pótama y Paca.
Tanto tiempo discutiendo para eso.
Entonces la paloma se marcho, pero todos se habían quedado con
unas caras de decepción muy tristes así que llegó la hermana de la paloma Mari
Paz, Mari Carmen.
-Venid conmigo –les dijo— Os voy a invitar a pastel de chocolate,
lo he cocinado yo misma esta mañana.
-Pero... ¿por qué? –Le preguntó el mono Tono- ¿Es tu cumpleaños?
-¡No!, no, no es mi cumpleaños, ni mi santo, ni nada de eso. Es
que estoy convencida de que compartiendo las cosas, se disfruta más de ellas. Y
yo voy a disfrutar mucho más de mi pastel si lo comemos todos juntos.
Y alrededor de la laguna, mirando la luna de plata, aquella
pandilla de animales se lo pasó de maravilla comiendo pastel de chocolate y
riéndose sin parar.